El miedo a que pasaría después de la quimioterapia era evidente, siempre había escuchado en la mayoría de los casos de unos efectos bastante incómodos que además de debilidad físicamente a quien la tenía , emocionalmente muchos de ellos estaban fuertemente afectados.
Me prepare mucho para la primera sesión, física, mental y espiritualmente. Siempre he tenido una vida sana pero recurrí a otro tipo de ayudas que no había considerado en mi vida y que a cada una de ellas que hoy forma parte de mi “combo químio” les doy el protagonismo que se merecen:
-Alimentación:
He tenido una amiga psiquiatra que se ha especializado en el tema de salud por medio de la alimentación.
Aunque muchas personas en este proceso recomiendan que comer y que tomar, los consejos de ella tenían mucho peso desde lo científico y testimonial.
Muchos coincidieron con los que comparte la bioenergética:
-Eliminar la leche de vaca y el consumo de derivados de la misma.
-Eliminar la carne roja, aumentar el consumo de pollo y pescado
-Eliminar los dulces y las harinas
-Aumentar el consumo de alimentos antioxidantes
Los puse en práctica desde el primer momento, no de manera radical pero si reduciendo de manera importante.
Hay muchos consejos del uso de alimentos en particular, pero hay uno al que le tengo mucha fe y es el consumo a primera hora de la mañana y antes de acostarme del cristal de la penca sábila licuada con jugo de guanábana. La propiedad de la penca hace una especie de “película” en el estómago que protege el contacto del estómago con la quimioterapia. Esa es mi conclusión y por eso 3 días antes de la químio empiezo a tomarlo y 4 o 5 días después.
También visite la médica nutrióloga, pues me preocupaba no tener el cuerpo muy fuerte para resistirlas y además el tema del sobrepeso por el uso de esteroides en las químioterapias blancas es un temor que aún existe.
Quería tener la certeza de alimentarme con cosas que de verdad fueran claves para mi cuerpo.
Me dio además de una dieta rica en proteínas una serie de recomendaciones para los días de la quimio que sigo a cabalidad y cuando por descuido no las cumplo he pagado sus consecuencias:
El día de la quimioterapia y los 4 días siguientes comida muy suave.
Fuerte en harinas y proteínas pero baja en fibra y en grasas, azúcares y condimentos.
Los vegetales y las frutas son claves en la alimentación mientras se está en tratamiento pero NO durante esos días , la idea es poner a trabajar poco el estómago .
-Acupuntura:
Este tema ha sido definitivo, además de contar con la doctora más amorosa y un ser humano especial, es increíble como los efectos de la químio se reducen con el uso de las agujas en el lugar preciso. Siempre voy el mismo día por la mañana y me dejo las agujas una semana más. Las mismas ayudan al estómago y al hígado a soportar el medicamento y otras de ellas a disminuir los efectos de náuseas y vómito.
En la tercera quimioterapia me quité las agujas el cuarto día en la noche porque me estaba estorbando, al día siguiente me retrocedí en el proceso, sentí el malestar típico del tercer día, es mejor esperar que se caigan solas o mínimo 8 días.
-Bioenergética:
En mi vida había recurrido a esta ayuda, me costaba creer en ella porque quizás el hecho de estar casada con un médico hizo que fuera menos abierta a estos temas.
Me he sentido super bien , el médico que me atiende es absolutamente profesional, genera mucha seguridad y tiene una calidad humana increíble.
Voy cada 3 semanas y como complemento me pongo unos sueros que recomienda 2 o 3 días antes de la quimioterapia. Los mismos le dan más fuerzas al organismo para prepararlo a los fuertes medicamentos que vienen y eso sumado a la calidez y la “buena mano” de la enfermera, a esos 30 minutos sin celular y ojos cerrados , a ese tiempo para mi, tienen un efecto maravilloso.
-Ejercicio:
La semana después de las quimioterapia rojas no me siento en condiciones de hacer ejercicio. Las dos semanas siguientes, cuando ya incluso me alimento mejor y me siento con fuerzas lo hago nuevamente, ejercicios cardiovasculares y pesas especialmente en el pecho para preparar a mis músculos para la cirguía que viene más adelante.
En conclusión, los resultados de las químioterapias rojas han sido excelentes, los dos primeros días como muy poco, el apetito se me reduce totalmente, me dedico a tomar mucho líquido para eliminar rápidamente las 5 bolsas de medicamentos que me pusieron.
El tercer día es el día más incómodo, es una sensación estomacal de llenura, como si algo que se hubiera comido el dìa anterior hubiera caído mal. Una especie de “guayabo” de esa sensación que tiene el cuerpo al día siguiente de tomar licor, con dolor de cabeza suave pero permanente y una fuerte indisposición al pensar en cualquier tipo de comida .
No sentí náuseas ni vómito por fortuna.
Emocionalmente me sentí muy feliz, cada quimioterapia era una menos de tratamiento y una más que curaba mi cuerpo. La compañía de la familia y los amigos física y virtualmente hacen de estos momentos lindos recuerdos.
Sólo existió un temor importante después de la primera quimioterapia y era lo que sucedería apartir del día 13, esa caída del pelo que a las mujeres nos duele más y al cual yo especialmente tenía fuerte apego.