“Mamá, yo quiero que se acabe este año YA, porque si nos paso de todo” decía uno de mis hijos estos últimos días.
La verdad es que este 2014 fue bastante generoso en sus enseñanzas, y como a veces aprender duele, tuvimos momentos de tristeza que cuando empezábamos a recuperarnos de uno llegaba el otro.
Este año se me llevó muchas cosas pero me dejo a cambio otras bonitas que son las que me ayudan a entender que definitivamente todo en la vida es perfecto.
En el primer trimestre se me llevó lo poco que quedaba de pelo en mi cuerpo, me dejó tres cejas, tres valientes mosqueteras que lucharon hasta el final como para que yo no olvidarán que allí existieron. Se me llevó el color trigueño y me trajo a cambio un “glow in the dark” un tono entre amarillo y verde que me recordaba, sobretodo en las noches al desmaquillarme que el tratamiento si me estaba haciendo efecto, mucho efecto.
Es entonces allí, donde me atrevo a decir que este proceso de cambios físicos es quizás uno de los aprendizajes mas bonitos que tuvo esta enfermedad en la mujer, que la tuvo en mi. Renunciar obligatoriamente a mi mayor motivo de orgullo: mi pelo, me dio la lección más hermosa de desapego, renunciar a la fuerza al aspecto físico y sentir lo cierto que es que la belleza, el dinero y el poder salen y se van sin avisar… Que bonita lección! Para mi y para quienes estuvieron cerca.
Hoy, tengo un pelo más abundante y fuerte. Siempre quise crespos, ahora los tengo todos… Un poco más de lo esperado…de lo imaginado … Pero soy feliz con ellos. Los interpreto como un cambio real de mi nueva vida. Como aquellas personas que se cambian la identidad por completo. Eso hizo la vida conmigo y por eso, por esa misma razón tenía que ser coherente y el cambio que había dentro tenía que estar por fuera…
Hoy, soy una mujer de rizos y aunque me da nostalgia ver mis fotos del pasado, es cierto que gozo cada mañana que amanezco cuando me veo en el espejo como un árbol y siento que ahí estoy, la misma pero distinta, mi otra versión, la que quedó del 2014 y empieza el 2015…
Se llevó la firmeza y vitalidad de mi cuerpo, esa quimioterapia blanca que tuve durante principios del año absorbieron la energía física que quedaba en el. Fueron muy duras con mis músculos. Lo sentía disminuir cada día. Dificultades para respirar, para caminar… Fueron MUY duras, pero hoy me siento feliz porque de alguna manera el cuerpo ha venido despertando. Es hermoso ese aprendizaje de entender que caminar, respirar, valerse por si sólo no es gratis, no está garantizado, que hay que agradecerlo cada amanecer. Hoy, cuando puedo montarme en una banda a caminar, cuando quedo fundida después de haber hecho quizás el 20% de lo que era capaz de hacer antes, me siento feliz y agradecida de poder ir recuperando y aunque quizás nunca vuelva a ser la misma, estoy feliz, porque le doy valor a cada paso que doy. A poderme poner mis tacones de nuevo a caminar a correr y a bailar!
Este año se llevó a mi mamá, que atrevido! Se lleva la persona que más me quería en la vida, nada existe más fuerte que el amor de una mamá. Tenía en mis planes que las incapacidades de mis cirugías me iba a ir a acostarme al lado de ella, a acompañarla en su soledad y a que se sintiera tan útil como nunca, pues cuando se esta enfermo no hay nada que le sirva más a uno que el abrazo y el cuidado de la mamá, nada lo reemplaza…nada, absolutamente nada.
Pues si, este año se la llevó, no era el momento indicado a mi modo de ver, era quizás el que más la necesitaba, pero así estaba escrito. Así tenía que ser. Y aunque me costó entenderlo, hoy agradezco que nos haya dado la posibilidad de despedirla de manera especial, de que ella escogiera que iba a morir y de manera consciente despedirse de cada uno de sus hijos y nietos, de hacernos sus recomendaciones, de decirnos cuanto nos quería y de recibir todo nuestro amor y nuestra alegría de lo cual ella siempre se sintió orgullosa.
Cuanta falta me hace! Me duele cada día que pasa saber que no me pudo ver recuperada “con vida”. Yo siempre fui su niña….nunca crecí para ella… Y yo, que se lo que es el amor de los hijos, me imagino que así yo nunca le haya transmitido dolor, seguro sufrió por mi.
Hoy, en Diciembre, cuando me duele tanto no tenerla. Cuando me duele tanto ver llorar a mi papá cada segundo que la recuerda, pienso que está mejor que nunca, que está donde ella quería estar, donde ella merecía estar… Y que así nos duela el alma es una bendición que este hoy no CON sino DENTRO de nosotros.
Se llevó mi amiga, mi confidente de enfermedad, la única que me entendía lo que estaba viviendo “en línea” pues ella lo vivía igual. Con Mónica compartíamos angustias, miedos, tristezas. También compartíamos esperanzas, ilusiones y sobretodo el futuro… Teníamos muchos planes, muchos sueños. Se llevó a Mónica y yo en ese momento sentí que me derrumbaba más que nunca! Fue quizás lo peor que viví! No es comparable con el amor que se siente por la mamá, pero mi mamá había cumplido un ciclo y ya quería trascender, ya estaba cansada, ya era justo que descansara en la gloria de Dios. Pero Mónica no, ella y yo estábamos ilusionadas con todo, con ver crecer nuestros hijos, con disfrutar de los nietos… Estábamos en el mismo punto de la vida… Y se me fue!!!!
Recuerdo con alegría esa mañana que pasamos juntas en la clínica de la cual creíamos saldría pronto y recuerdo con tristeza esa llamada donde me dijeron que no estaba mas, ese vacío, miedo y profundo dolor que se apoderó de mi, que me robó la paz de muchos dias!
Hoy, la recuerdo siempre, sus consejos me retumban, porque ella era “canchera” en el tema y con esa paz y ese amor que la caracterizaban me había anticipado todo lo que iba a pasar cuando llegara al final… como iba a “despertar” a esta nueva vida. La tengo conmigo y aunque me duela el alma que no este, agradezco a Dios y a la vida que le haya permitido irse sin sentir dolor, que no hubiera sufrido las consecuencias de su nueva enfermedad y sobretodo que no se dio cuenta que se iba a morir. Era una mujer tan especial que se merecía dejarnos un recuerdo lleno de sonrisas y palabras dulces hasta el último momento… y así fue. Así la recordaré siempre.
Se llevó mi perrita, para quienes saben lo que es el amor de una mascota, saben lo que significa el amor desinteresado y profundo de estos animalitos.
Isabella fue mi primera mascota, después de haber renegado por su llegada y advertido a mis hijos que no quería verla cerca de mi, ni encima de un sofá porque no me gustaban los perros, termino durmiendo conmigo y cuidando de mi enfermedad pues nunca me desamparó.
Me enamore perdidamente de ese animalito, y era mutuo, ella no permitía que nadie se me acercara, me cuidaba como nada y me demostraba con su mirada que existe el amor verdadero.
Con solo 2 años un día le dio un infarto y se murió, ya cuando yo había terminado… hay quienes dicen que se llevó la enfermedad, pues el perro es el único ser vivo que da la vida por su amo. Me partió el alma, mas de lo que creí! Es un duelo y para mi era otra pérdida, otra renuncia, otro aprendizaje en tan poco tiempo… Hoy tengo a Canela, al otro día de morir Isabella llegó a conquistarnos a todos, y aunque “un clavo saca otro clavo” el lugar de Isabella nadie lo reemplazará, fue mi primera experiencia de amor desinteresado y de la cual aprendí que siempre quiero tener la felicidad de una mascota a mi lado.
En conclusión fue un año “movido” un año que me arrugó el corazón mas de la cuenta pero como la vida es justa me ha traído a cambio inmensas felicidades.
Compartir y aprender de tantas mujeres valientes que hemos tenido en el programa de Television “Poniéndole el pecho al cáncer” y sobretodo por medio de sus testimonios poder llegar con un mensaje de esperanza para quienes están pasando por una dificultad ha sido un inmenso regalo.
Me he sentido mas que realizada con Modorosa, con el apoyo tan hermoso de tantas personas para ayudar a quienes viven con dificultad una situación como estas, a ayudarlas a ver la luz en medio de esta oscuridad.
Gracias Dios por este año que pasó, en el que cada día me diste lecciones de humildad, de fuerza y de fe. Porque cuando sentía que no podía mas, cuando no podía dormir, cuando por minutos perdía la esperanza, cuando lloraba en silencio tu siempre estuviste ahí.
Gracias Dios porque hoy mas que nunca le doy valor a la vida, a los días y las noches, al calor y al frio… Porque hoy mas que nunca disfruto todo lo que tu tienes para mi.
Gracias Dios porque me quieres tanto que quisiste que yo aprendiera todas las duras lecciones en un mismo año para que los demás estén llenos de alegrías y sueños por cumplir porque hoy tengo muchos… pero muchos mas que antes.
Gracias Dios porque me pusiste a prueba mi familia y mis amigos y has permitido que descubra lo que es el amor y la amistad y descubra que a su lado mi vida tiene un sentido.
Gracias Dios porque esta ha sido la navidad que mas he disfrutado en mi vida y porque me permites dar la bienvenida a este nuevo año llena de felicidad! Espero que sean muchos mas, los que tu quieras, tengo muchos sueños por cumplir aun, pero cuando tu consideres que llegue el momento, me iré sabiendo que me permitiste descubrir, después de mucho aprender, que si existe la verdadera felicidad!