Un hombre muy rico vivía en una isla llena de lujos y comodidades. Era completamente solo y como pronto iba a morir decidió regalar su isla y toda su fortuna a aquella persona valiente que llegara nadando desde la costa a su isla.
El problema no era la distancia, el mayor inconveniente era que este recorrido estaba lleno de tiburones y existía una altísima probabilidad de no terminar con vida.
Llegó el día determinado entonces y todo el pueblo estaba en la playa mirando quien sería aquella persona extraordinariamente valiente que hiciera ese recorrido.
El tiempo pasaba y como era de esperarse, nadie tomaba la decisión de lanzarse al agua.
Cuando faltaban tan solo minutos para cumplirse el plazo alguien se tiró al mar, empezó a nadar con tanta fuerza y rapidez que los mismos habitantes del pueblo que se conocían hace tantos años, se preguntaban quien sería aquel que demostraba evidentemente no solo que era valiente sino que tenía una fuerza que seguramente el mismo desconocía.
Los tiburones estaban a su alrededor se acercaban y se alejaban, la gente desde la playa sufría y gritaba y en un trayecto que pareció largo para todos pero que fue mas corto de lo esperado para él, llego al otro lado! Con heridas, con vestigios del recorrido pero con vida.
El propietario y las demás personas que esperaban se acercaron de inmediato sorprendidos a mirar quien era y por sorpresa se dieron cuenta que era una mujer del pueblo, que siempre había vivido tranquila, sin problemas, que llevaba una vida feliz, que a la luz de todos era lo suficientemente cómoda para haber tomado esta decisión.
El propietario admirado la felicitó por su valentía y le aseguró que toda la fortuna ya era suya y finalmente le preguntó cómo había tomado la decisión de lanzarse al mar, una decisión que nadie esperaba y mucho menos de ella.
Ella, mientras miraba para los lados respondió: “lanzó? No… Yo no fui, no fue mi decisión… Todavía estoy tratando de ver quien fue el “descarado” que me tiró”
La conclusión es que muchas veces en la vida hay algún “descarado” que quiere hacerle daño a uno y lo “tira al agua” lo obliga a enfrentar adversidades como el desempleo, el divorcio, el desengaño, las dificultades económicas,la soledad… Adversidades que te enfrentan al dolor, a la sensación de abandono, a la perdida incluso del deseo de vivir…
Ese “descarado” que nos termina haciendo un favor aunque su propósito inicial haya sido diferente, ese “descarado” q nos arregla la vida como nunca antes.
Ahora, esta historia es una analogía perfecta a la situación que vivimos en una enfermedad como el cáncer.
Lo vemos desde la playa, lo vemos así como se pueden ver los tiburones. Le tenemos pavor pues sabemos que enfrentarlo tiene una dosis de riesgo importante e impredecible.
Ahora, en este caso, o al menos en mi caso sé que el “descarado” que me empujó fue Dios, El me eligió para que yo hiciera ese recorrido, que aunque ya lo había vivido desde la orilla estaba convencida que allí, a ese mar lleno de aparentes angustias y dolor no me iba a meter. Me escogió a mi para que recorriera y nadara con la fuerza que ni yo misma imaginé que pudiera tener y sobretodo me dio una fuerza adicional para que en ese trayecto donde el frío, el miedo, la incertidumbre y los roces de los dientes de los tiburones que los sentí varias veces y que de hecho dejaron su recuerdo, fueran por el contrario inyección de energía para llegar con vida al otro lado porque mi familia y mis amigos me necesitaban.
Nunca imaginé que pudiera nadar así y no soy la única, he descubierto muchas personas que lo hacen, pues todos los seres humanos tenemos esa fuerza, esos “superpoderes” están allí y está en nuestras manos hacer uso de ellos, es nuestra decisión aprovecharlos o entregarnos a merced de los tiburones antes de tiempo.
Hoy llegué a la isla! Hoy termino mi ultima incapacidad después de 16 meses de haber nadado sin parar, hoy oficialmente doy por terminado todo lo que tiene que ver con el cancer en este hermoso camino recorrido. Hoy me duele el cuerpo, estoy cansada, muy cansada pero con la satisfacción profunda de habérsela metido toda en cuerpo y alma.
Hoy vivo mas feliz que nunca y soy rica, muy rica porque rico no es aquel que tiene mucho sino que menos necesita. Hoy descubrí que el valor de la vida no tiene precio y que lo verdaderamente importante, lo que llena el alma y da felicidad no cuesta nada. Hoy soy consciente que haber enfrentado tantas dificultades en este camino me han ayudado a encontrar “mi mejor versión” y que mi misión está en permitir que otras lo hagan, que puedan llegar a tiempo y que este corrido sea mas fácil para que desde el comienzo lo hagan con amor y felicidad y lo vean no como amenaza sino como oportunidad!
Hoy agradezco a ese “descarado” que amo y que me da la paz llamado Dios que haya llegado mas a mi vida, se que me puso pruebas muy duras adicionales a la enfermedad porque el quería que me graduara con honores. Se llevó a mi mamá, se llevó amigas, se llevó a mi perrita… Pero todo lo que El hace es perfecto y esto tenia que formar parte de mi aprendizaje. Esto formaba parte de aprender a vivir sin apegos, de vivir el hoy, de entender y de aceptar.
Hoy despido casi 200 dias de entrega y aunque algunos tuvieron tonos de grises siempre hubo una luz que hoy brilla en mi alma y en mi corazón como nunca antes.
Agradezco a EL, a la vida, a mi familia, mis amigos… Y por supuesto a la ciencia que hoy empiece de nuevo. Que hoy sienta que volví a nacer y que ya soy una persona diferente por dentro y hasta por fuera!
Gracias al cáncer hoy descubrí lo que es la verdadera felicidad!
Hoy termino y empiezo a vivir!
Hermoso hermanita! Que sabiduría!
Te adoro y me puede el orgullo que siento por ti!