19- Regalos de Navidad

En estos días alguien me pregunto:

– “Que le estas pidiendo al niño Jesús?”

Y yo le respondí algo que me respondió mi hijo cuando tenía como 6 años y casi me chiflo:

– ” tranquila mamita, EL YA SABE…”

El estaba en la edad donde quería “poner a prueba al niño Jesús” había mucho ruido alrededor de cual era su verdadera identidad y seguro el quería corroborarlo.

No fue fácil tener su respuesta, de hecho no me la dio a mi, tuve que mandar una serie de investigadores (sobrinos) para que de manera inteligente lo lograran y aunque tampoco fue fácil aun así un par de días antes pudieron saberlo.

Ahora, en este caminar aprendí que esa frase tiene más de “largo que de ancho” y va más allá de la bicicleta que mi niño quería.

Cuando el recibió, al lado de su cama con un moño rojo y un casco, creyó que simplemente se montaba y salía como el comercial de televisión: saludando con una mano, disfrutando el paisaje y sonriendo.

No tenía ni idea que venía acompañada de caídas, raspones, esfuerzos, miedos, angustias de saber si lo lograría o no, temor a enfrentar un posible fracaso, vergüenza a que lo vieran caer o vieran sus raspones…

Tal vez, si el hubiera sabido todo lo que venía detrás de esa bicicleta, se había inclinado por un lego o un transformer inofensivo que no lo “haría sufrir”.

Finalmente logró lo que quería: manejar su bicicleta con seguridad, con tranquilidad y recibir la ayuda de otras personas (llamadas padrino y papá) que con todo el amor y la paciencia lo sostuvieron, empujaron y acompañaron por horas en ese paseo de enseñar a montar en bicicleta sin llantas.

Estas personas con el amor que lo hicieron, lograron que el pudiera experimentar el placer de cumplir su sueño y de confiar en el y algo muy importante: disfrutar desde la bicicleta del paisaje y sentir emociones de placer que nunca había sentido sin estar montado allí.

Algo muy similar nos sucede en la vida, con estos regalos llamados enfermedad que nos dan al revés, no tienen empaque bonito, para nada, por eso ninguno los queremos comprar, ni  que se los den a quienes queremos y mucho menos dárselos a alguien.

Hoy, me mandaron este regalo llamado cáncer, al principio no entendí muy bien, quizás no lo agradecí como debía, pero alguien que había pasado por eso me dijo que era un regalo y le di la oportunidad de mirarlo así; y aunque existen raspones, caídas y muchas cosas que no son chéveres, con la ayuda de quienes te empujan con amor y paciencia (como en la bicicleta), con la ayuda de esos que te levantan y te sanan las cicatrices del cuerpo y el alma el regalo final es maravilloso.

EL SABE, por eso recibimos estos regalos, por eso ya la vida es diferente y disfrutamos y valoramos como nadie cualquier manifestación de amor en nosotros y en los demás; por eso existe una intensión permanente en nuestro corazón de vivir cada día como si fuera “MI ultimo día” (como dice la canción de Tercer Cielo) y de saborear cualquier día, meses y años de vida que vienen.

No todos los regalos vienen bien empacados. Pero como …EL YA SABE  los manda empacados diferente, además, escoge a quienes mandárselo, que tan especial!           Me siento privilegiada, somos pocos los elegidos y los que a partir de ese momento vivimos mejor si no nos concentramos en los raspones que genera sino que nos preocupamos por disfrutar del placer de la brisa y ese “fresquito” que sentiremos por dentro y por fuera el resto de nuestra vida al estar “montados allí”

Yo se que EL SABE y doy fe!